Ayer nos dejaba uno de los mitos eróticos del cine español. La actriz y cantante Sara Montiel falleció en su casa de Madrid a los 85 años de edad. Esta mañana, el coche fúnebre con los restos mortales de la artista recorrió las principales calles de la capital española, permaneciendo quince minutos en la plaza de Callao donde se proyectaban en pantalla grande dos de sus películas más emblemáticas: La violetera y El último cuplé. Con claveles rojos y piropos, más de un centenar de sus incondicionales rindieron el último homenaje a la gran diva del cine español que ya descansa en el cementerio de San Justo.

Nacida en 1928 en Campo de Criptana (Ciudad Real), María Antonia Abad Fernández, rebautizada artísticamente como Sara Montiel, comenzó su andadura en el cine como secundaria de turno. Pronto, probaría suerte al otro lado del charco, concretamente en México. Allí, se estableció como una de las actrices más influyentes de la llamada Época de Oro del Cine Mexicano. Con cerca de una docena de películas rodadas en el país azteca dio el salto a Hollywood.

Fue la primera actriz española en pisar suelo americano. A pesar de ello, su carisma y belleza delante de las cámaras le abrió poco a poco las puertas de la industria hollywoodiense, donde logró hacerse un hueco en producciones de éxito como el western Veracruz (1954), de Robert Aldrich, cinta en la cual compartió créditos con Gary Cooper y Burt Lancaster. Pero no fueron los únicos. Joan Fontaine, Mario Lanza, Vincent Price, Cesar Romero, Ernest Borgnine o Charles Bronson son algunos de una larga lista de actores de la época que trabaron junto a la diva española.

Profeta en su tierra

Consagrada como una artista de éxito en tierras americanas, a Sara Montiel solo le quedaba una deuda pendiente: triunfar en su país natal. Fue a finales de los años 50, curiosamente con una película de bajo presupuesto, El último cuplé, de Juan de Orduña, con la cual obtendría inesperadamente un éxito rotundo en nuestro país. Por fin demostraba que también podía ser profeta en su tierra. Con su nombre en boca de todos, Sara Montiel pronto se asentó en el cine español como uno de los rostros indiscutibles de melodramas musicales de la década de los 50, 60 y principios de los 70. Su belleza, sensualidad y erotismo desafiaban a la censura que reinaba en las producciones del momento, transformándola en un icono de deseo tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.

Trabajó en casi 60 películas, llegando a cobrar un millón de dólares por título

Pese a su elevado caché, un millón de dólares por película, y sus innumerables exigencias en las producciones (supervisaba cada detalle: desde el vestuario hasta las canciones pasando por la escenografía), los realizadores patrios luchaban por tenerla en su equipo. De esta forma, Sara Montiel participó a lo largo de su carrera como actriz en casi 60 películas, protagonizando algunos de los títulos más taquilleros de la época como La violetera (1958), Carmen la de Ronda (1959), Mi último tango (1969), La bella Lola (1962) o Varietés (1971). En 1974 anunció su retiro definitivo del cine. No obstante, su faceta como cantante y sus incursiones en diferentes shows de televisión se prolongaron hasta poco antes de su muerte.

Más de la mitad de una vida dedicada al arte que fue recompensado, entre otros, con la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes (1958), el Premio del Sindicato Nacional del Espectáculo (1959), del Círculo de Escritores Cinematográficos (1959) o la Medalla de Oro de la Academia del Cine (1997). Directa e independiente, su vida personal eclipsó en muchos momentos su trayectoria como artista. "Sabré marcharme cuando me dé cuenta de que la gente empieza a cansarse del mito", afirmó en una ocasión. Cierto que ayer nos dejó, pero estamos seguro que no porque sus seguidores se hayan cansado de ese mito del cine español llamado Sara Montiel.